Calles desiertas, termómetros a punto de reventar, gente saliendo de sus trabajos, mientras que otros van a la piscina, o vuelven, pero siempre por la sombra, evitando así todo golpe de calor, que debilita cada músculo del cuerpo, y nos hace tambalear mareados.
Cuando voy a trabajar diviso a lo lejos la majestuosa giralda, iluminada por un sol abrazador, que comparte conmigo.
Como digo ni un alma deambula por esas calles a las tres de la tarde por Sevilla, todos están o en la oscuridad de sus casas, o tostándose al sol en alguna playa.
Lo que si compartimos cada sevillano amante de lo bueno, es la cruzcampo fresquita cayendo por la garganta hasta el estómago.
Cada sorbo de esa cerveza, que no es la mejor en el extranjero, pero aquí es manjar digno del mas rico jeque árabe, hace re-hidratarnos por completo, notando como el sudor desaparece de nuestras frentes o espaldas.
Junto a la cerveza está el gazpachito, complementando así y ayudando al pobrecillo que solo va a la playa, si puede, un día.
Ese es de momento mi dia a dia veraniego.
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